capitlo "10"
El tejido adiposo o tejido graso es el tejido de origen mesenquimal (un tipo de tejido conjuntivo) conformado por la asociación de células que acumulan lípidos en sucitoplasma: los adipocitos.
El tejido adiposo, por un lado, cumple funciones mecánicas: una de ellas es servir como amortiguador, también protegiendo y manteniendo en su lugar los órganos internos así como a otras estructuras más externas del cuerpo, y también tiene funciones metabólicas y es el encargado de generar grasas para el organismo.
Existen dos tipos de tejido adiposo, el tejido adiposo blanco (o unilocular) y la grasa parda (o multilocular).
El citosol y el núcleo quedan reducidos a una pequeña área cerca de la membrana. El resto es ocupado por una gran gota de grasa. El tejido adiposo, que carece de sustancia fundamental, se halla dividido por finas trabéculas de tejido fascicular en lóbulos.
La grasa de las células se encuentra en estado semilíquido y también está compuesta fundamentalmente por triglicéridos. Se acumula de preferencia en el tejido subcutáneo, la capa más profunda de la piel. Sus células, lipocitos, están especializadas en formar y almacenar grasa. Esta capa se denomina panículo adiposo y es un aislante del frío y del calor. Actúa como una almohadilla y también como un almacén de reservas nutritivas.
Este tipo de tejido cumple funciones de relleno y de amortiguación, especialmente en las áreas subcutáneas. También sirve de soporte estructural y una función de reserva energética. La grasa varía de consistencia, es decir puede ser encontrada tanto en estado líquido como sólido.
El crecimiento de este tejido se puede producir por proliferación celular (crecimiento hiperplásico), por acumulación de una mayor cantidad de lípidos en las células ya existentes (crecimiento hipertrófico) pero nunca aumenta el número de adipocitos por división mitótica. Durante la adolescencia el crecimiento es, generalmente, rápido y en el individuo adulto hipertrófico.
Ratones
Los ratones tienen ocho grandes depósitos de tejido adiposo, cuatro de ellos se encuentran en la cavidad abdominal. Los pares de depósitos gonadales están unidos al útero y a los ovarios en hembras y al epidídimo y a los testículos en los machos. De todos los depósitos en los ratones, los depósitos gonadales son los más grandes y los más fáciles de diseccionar, ya que comprende aproximadamente 30% de grasa. Los depósitos pareados del retroperitoneo, se encuentran a lo largo de la pared dorsal del abdomen, rodeando al riñón y a veces se extiende hasta la pelvis.
El depósito del mesenterio forma una red de tejido que sirve de sostén para los intestinos; y por último, el depósito omental, el cual se origina cerca del estómago y el bazo, cuando crece anómalamente se extiende hasta el abdomen. Ambos depósitos almacenan tanto tejido linfoide como ganglios linfáticos y glóbulos blancos respectivamente.
Los dos depósitos superficiales son los depósitos pareados inguinales, los cuales se encuentran anteriores a las extremidades superiores (debajo de la piel); incluye el grupo de nódulos linfáticos de la ingle.
Los depósitos subescapulares son una mezcla de tejido adiposo café y tejido adiposo blanco, que se encuentran debajo de la piel entre las crestas dorsales y las escápulas. La capa de tejido adiposos café en este depósito está normalmente recubierto por un “glaseado” de tejido adiposo blanco; algunas veces estos dos tipos de grasa (café y blanca) son difíciles de diferenciarse. Depósitos menores incluyen el pericardio, el cual rodea al corazón y los depósitos pareados poplíteos, ubicado en el músculo poplíteo (detrás de la rodilla), cada depósito poplíteo contiene un gran nódulo linfático.